En una pequeña aldea
que descansa junto
al mar
vive la abuela
Martina
en blanca casa de
cal.
Tras la casa está el
jardín
con la generosa
higuera,
dulces flores de
jazmín
y una graciosa
chumbera.
Se levanta con el
gallo,
desayuna magdalenas
baja a la playa
temprano
con la primera marea.
Le gusta tumbarse en la orilla,
hace castillos de
arena,
las algas son los
jardines
las conchas son las
almenas.
Por la tarde, al dar
las seis,
sube a jugar a la
plaza,
al fútbol, al
escondite
y al corro de la
patata.
Cuenta historias a
los niños
de piratas y
princesas,
cuando se hace de
noche
les habla de las
estrellas.
Pronto verás a la
hermana
que tanto tiempo
esperabas.
Viene desde muy
lejos,
llegará por la
mañana.
Ella quiere estar
contigo
sentaditas frente al
mar
oliendo la brisa
fresca,
viendo las olas
bailar.
Por allí van las
hermanas
reír y vuelta a reír
dirán las gentes del pueblo
cuando las vean venir.
Más que hermanas,
son amigas
y siempre serán así.
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