Había una vez un pueblo aislado en lo alto de una montaña, que desde hacía muchos años era conocido en toda la comarca como el pueblo más aburrido del mundo. Sus habitantes apenas salían a la calle y cuando lo hacían, mostraban siempre un semblante tan serio que a cualquiera se le quitaban las ganas de hablar con ellos. El único sonido que se oía en el pueblo era el mugido de alguna vaca o el rebuzno de algún burro, pero incluso ellos parecían vivir intimidados por la seriedad de sus dueños y enseguida se callaban. Los pocos niños que había en el pueblo, al salir de la escuela, se sentaban en las puertas de sus casas, tristes y aburridos, con el único entretenimiento de jugar con algún insecto o alguna lagartija que pasara por ahí, pero sin armar mucho alboroto para no enfadar a los mayores. Sin embargo, todo cambiaba cuando estaban en el colegio. En una única clase en la que se juntaban niños y niñas de entre cinco y quince años, la profesora les contaba historias apasio...
Colección de cuentos dedicados a la pequeña personita que vino a iluminar mi vida.